Durante años, el término “transformación digital” ha sido bandera de cambio en las organizaciones. Sin embargo, como señala el Foro Económico Mundial (2023), más del 70 % de las iniciativas de transformación fracasan en generar valor sostenible . Esto sucede porque se ha entendido la transformación como un destino, no como una condición permanente del mundo actual. En este contexto, la transformación no basta: es necesaria una lógica de aumentación, que no busque reemplazar humanos por máquinas, sino expandir lo humano con el poder de lo tecnológico. Surge entonces la pregunta que todo líder debería plantearse: ¿cómo potenciamos el talento para que no solo sobreviva al cambio, sino que lo lidere?
¿Qué es realmente la aumentación humana?
La aumentación humana implica imaginar equipos donde cada persona, gracias a la tecnología, no solo aporta conocimientos, sino que los expande. Juan Carlos Guaqueta, Chief Innovation Officer de Transborder, lo expresa con claridad: “la aumentación humana no es ciencia ficción, es estrategia organizacional del presente”. Este enfoque propone ver al humano como un núcleo de capacidades que las tecnologías emergentes —desde inteligencia artificial hasta plataformas colaborativas— pueden extender, creando equipos aumentados. Estos equipos funcionan como una orquesta: una red sinérgica donde lo emocional, creativo y ético se entrelazan con la analítica, velocidad y precisión de lo digital. En ellos, la tecnología es un instrumento más, mientras lo esencial sigue siendo la capacidad de imaginar, resolver y colaborar.
Investigaciones del MIT muestran que las organizaciones que combinan inteligencias humanas y artificiales logran mejoras de hasta un 35 % en toma de decisiones complejas.
Las nuevas habilidades no son nuevas… pero ahora son urgentes
Las habilidades más valiosas no son nuevas, pero su desarrollo es urgente. Según el informe Future of Jobs del WEF (2023), las cinco destrezas más valoradas no son técnicas, sino humanas: resiliencia, pensamiento analítico, creatividad, liderazgo y curiosidad activa . Esto no implica renegar de lo técnico, sino verlo como base, mientras lo humano se convierte en el verdadero diferencial.
La transición de la automatización a la aumentación obliga a los líderes a adoptar una nueva visión. Deben dejar de ser administradores del cambio para convertirse en arquitectos de futuros posibles, acompañando procesos profundamente humanos. Juan Carlos Guaqueta describe a los líderes como “diseñadores de experiencias de trabajo”, no simples gestores de procesos. Cuando el trabajo se convierte en una experiencia significativa, las personas no solo cumplen: se transforman, crecen y contribuyen.
Por años, muchas organizaciones se centraron en automatizar: hacer más con menos. Hoy, el foco debe cambiar a hacer mejor con lo que ya tenemos: las personas. La aumentación humana plantea usar la tecnología no para reemplazar, sino para liberar el potencial humano: permitir que la IA procese, calcule y prediga; y que las personas se concentren en lo que nos hace únicos: imaginar, sentir, decidir y cuidar.
La aumentación humana no es el futuro: es el presente que el liderazgo consciente ya está abrazando.
En Sibyl creemos que la aumentación humana es mucho más que una estrategia tecnológica: es un compromiso para recolocar al ser humano en el centro de la transformación. Como lo hacemos con nuestras soluciones: combinando inmersión comunitaria, formación experiencial y plataformas digitales, así entendemos que verdaderamente potenciamos el talento cuando brindamos experiencias para el hacer, no solo para el saber.
Imagina un equipo donde cada herramienta, cada software, está al servicio de los propósitos y las personas. Donde la IA no reemplaza, sino que habilita, generando espacios para pensar, sentir y conectar con pasión. Eso es lo que fortalecemos en Sibyl: procesos diseñados para que las personas no solo cumplan tareas, sino que construyan culturas de confianza, creatividad y propósito, desde lo más humano.